Para finalizar los recreos literarios de este curso,
contamos con la participación de nuestro maestro
Luis Carlos Olea Calderón, quién nos leyó
su poesía dedicada a la Prehistoria.
POESÍA: "LA PREHISTORIA"
Aseguro con ilusión
que despierta la emoción
recordar la humana evolución.
Viene a mi memoria
la fuerza e innovación,
con meditada atención,
de la prehistoria:
La desconocida agricultura,
la rueda, la pintura,
el fuego culinario
para comer a diario;
la escultura intencionada
para homenajear la fecundidad,
la caza y mucho más.
Los hombres del pasado
evolucionaron su estado.
Las fogatas para calentarse,
las pieles para vestirse
son otra prueba,
como vivir en cuevas
y abrigos de la naturaleza
que pregonan su avance con certeza.
El arte de coser,
de herramientas hacer;
su perspicacia demuestra
y son la muestra
del amanecer prehistórico
que luego con la escritura
demostró su postura
para entender el afán histórico
por superar
las limitaciones,
para contabilizar
las necesarias acciones
que el cerebro debía realizar.
Aumentó por ello su capacidad
y de uno a otro se pudo pasar
adaptándose sin dudar
a las condiciones del terreno natural.
De construir sus viviendas fue capaz
independizándose de la obligatoriedad
de sujetarse a las grutas del lugar.
El dominio del fuego
le hizo progresar,
con la rueda avanzó aún más.
Más fácil fue la caza necesitada
con las armas inventadas.
El barro sirvió
para construir de todo con primor
hasta que llegó el metal:
Sirvieron hierro y bronce
para fabricar elementos sin igual.
Se cuidaba la vegetación
exenta entonces de contaminación.
La floresta
frutos daba
bien aprovechada
para la ingesta
alimentaria y curativa
ya en la etapa primitiva.
Árboles y plantas
- ¡Los dioses son conscientes! -
enriquecían evidentes
aportaciones, tantas
que eran indispensables
para la vida inevitable.
Nada espanta:
La leyenda sin falta
de tantos avances
que lentamente,
con percances,
permitieron el alcance
de todo lo propuesto
para causa y efecto.
Rueda que te rueda
se logra lo que se pueda.
De cavernícolas con defecto
a hombres en directo.
Días y noches
de gran aprendizaje,
del cielo y el paisaje
con sentidos en derroche.
En el aire la escuela,
en el suelo y en la cueva,
por ensayo y error
se aprendía la lección.
No es nada raro,
ellos tenían claro
la imperiosa necesidad
de evolucionar.
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