con moderación,
qué llueva
mogollón.
La Virgen de la Cueva
bendiga el chaparrón,
agua nueva
renueve la estación.
Se limpie
el aire
que flota alrededor
respirable sin olor.
Que se llenen pantanos,
arroyos, fuentes, manantiales
y lagos, todo será sano,
los ríos, sus caudales,
en todos los lugares.
Sin desbordes
ni inundaciones
se mantengan orillas,
será una maravilla.
Nubes grises cimarrón,
dominan cielo sin pasión
hasta la salida del sol
o el arco multicolor.
Iris ya anunciará
la llegada de la calma
cuando no llore el alma
escondida tras el ventanal.
Hay quien goza
viendo así llover
sintiendo la holganza
del tiempo correr.
Borda la mañana
el agua al caer
la tarde se derrama
la noche también.
Gotas gordas desbordan
el obligado quehacer,
la protección sí que es.
Lluvia fina
engañosa
cala a la más hermosa
que se imagina.
Las goteras asustan,
remedio a poner,
nada gustan
en tu mismo ser.
Miedo al diluvio
sí has de tener,
hombre de Vitruvio,
no es necesario parecer.
Manda la experiencia
propia y general,
avisa la ciencia
de la descarga fatal.
¡Ojo con los peligros!,
debes cuidar
no enfrentarte a fuerza tal;
sin más, yo no denigro
que disfruto en el mar
océano
sin dejarlo de respetar.
¡Viva el agua dulce
y la salá
que tanta vida nos dan!
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