El fantasma Cucufate
se dio ayer un sofocón:
se manchó de chocolate
la sábana de algodón.
La metió en la lavadora,
le echó mucho detergente
y la lavó media hora
con el agua muy caliente.
Y ahora con el alma en pena,
enfadado y afligido,
vaga de almena en almena:
¡La sábana le ha encogido!
Le llega por las rodillas,
igual que una camiseta,
y luce las pantorrillas
y las medias de calceta.
Tiene un enorme disgusto
porque, de frente o de espaldas,
¿a quién va a matar de susto
un fantasma en minifalda?
No hay comentarios:
Publicar un comentario